martes, abril 10, 2007

Más descarado que la UDI…

En estos días hemos visto al gobierno retomando la agenda política del país y centrado en sus grandes problemas: la necesidad de mayor democratización, mejorar la educación, reformar el sistema provisional enmarcado en la promesa (y necesidad) de un sistema de protección social que convierta a los derechos humanos de cada chileno y chilena en realidad (entre ellos el derecho a la educación y la soberanía popular).

La llegada de Viera-Gallo, en un contexto de crisis política por el Transantiago que gatilla un profundo cambio de gabinete, volvió a poner en el tapete la necesidad, no sólo que la Concertación se ordene para el éxito del gobierno y su programa, si no que también la de ser capaces de llegar a acuerdos con las oposiciones (derecha y PC): los grandes cambios necesitan muchos votos en el parlamento.

En este contexto, se nombró al nuevo Contralor General de la República (CGR), Sr. Ramiro Mella, conocido derechista de raigambre conservadora. Esta característica política del nuevo contralor, no es indiferente para nuestra democracia, ya que si bien la CGR es un órgano técnico y autónomo (como lo define la Constitución), es la que tiene la facultad de tomar o no razón de un decreto, de representarlo ya sea por ilegalidad o inconstitucionalidad, y de categorizar los decretos administrativos de exentos o no de dicha toma de razón; ejemplificando esto, es quien tiene el poder de hacer vinculante o no un decreto exento del ministerio de salud que permita la distribución masiva de métodos anticonceptivos, como, por ejemplo, la píldora del día después. Todo esto, teniendo presente que tal personaje adhirió a una declaración de juristas conservadores que consideraban inconstitucional aquella medida.

Los que seguimos confiando en este gobierno, nos consolamos con que el precio a pagar por ese nombramiento sería, al menos, llegar a aquel necesario entendimiento con la oposición derechista, en atención a las leyes que se debían discutir que necesitan un quórum de ley orgánica (nueva LOCE y reforma al binominal). Si no es capaz el gobierno de conseguir los votos necesarios para impulsar su agenda legislativa, al menos, en ambas leyes, aquel nombramiento, más que un triunfo del nuevo ministro, será un triunfo de la derecha.

Respecto del binominal, son esperanzadoras las señales dadas el día de su presentación al país por la presidenta, en atención a que asistieron tanto el PC como RN. La puerta hacia más democracia parecía abrirse. Como no soy ingenuo, entiendo que no le es exigible al gobierno poder llegar a entenderse en esta materia con la UDI, ya que es ampliamente conocido que si una letra le sobra a su sigla es la “D” y que si es que algo se enorgullecen de publicitar es que “no pueden caminar y mascar chicle a la vez”: a penas se dio a conocer el proyecto saltaron las voces reaccionarias de siempre, diciendo, básicamente, que ante tan grave crisis en el transporte público capitalino, el gobierno no podía centrarse ahora en discutir algo que tan sólo “importaría a los políticos”.

De las expresiones de la UDI se pueden sacar, al menos, dos conclusiones:

1º No tienen idea de cómo funciona el diseño institucional en democracia: Si bien es el ejecutivo el que lleva a la práctica las políticas públicas (y entre ellas, el transantiago) y administra el Estado; le corresponde al legislativo analizar, discutir y votar las leyes que interesan al país, y qué mas relevante que todo lo concerniente a la profundización o no de la autodeterminación popular en nuestro país. Está bien que la oposición fiscalice, y es legítimo que critique (aunque también sería sano y esperable una que otra propuesta, de esas cosas que precisamente no les hemos escuchado), pero que sus parlamentarios, en especial el Sr. Larraín, no se olviden del mandato constitucional y ciudadano que deben responder… ¿o es que acaso sus capacidades se limitan a realizar una sola cosa a la vez?

2º No se avergüenzan de ser elitistas, rayanos en el fascismo: decir que la discusión de cómo se estructura nuestro sistema de elección de los representantes de la voluntad popular es algo que tan “sólo preocupa a los políticos”, es decirles a los ciudadanos que la verdadera soberanía no es popular, sino oligárquica, y que ellos son detentadores de ella (en parte) ya que deciden cuándo y cómo cambiar tal sistema. Tipos descarados.

En suma, de la UDI no era esperable menos… y sólo nos queda esperar que el nuevo contralor no sea un gol, si no el precio de importantes reformas para nuestro país.